Hace cosa de un año, uno de los libros que ocupaban mi tiempo libre era "La Dama del Nilo", de Pauline Gedge. Esta novela histórica trata sobre la vida de Hatshepsut ( impronunciable a la primera, lo sé), una mujer que llegó a ser Faraón. Todo un hito para quien vivió varios siglos antes que Cleopatra, en un mundo de rígidas tradiciones alimentadas por la superstición religiosa. Como personaje histórico es muy atractivo, consiguió cumplir importantes proyectos que sentaron las bases para que su hijo-sobrino Tutmosis III elevara a Egipto a potencia hegemónica. Pues bien, este libro me cautivó, lo leí despacio y con mucho interés. Me resultó apasionante la historia de esta mujer fascinada por el poder y la gloria, que intentó instaurar una saga de mujeres gobernantes en aquella época que le tocó vivir. Pero el Destino quiso que esto no fuera posible. De hecho, es un milagro que hoy podamos estar hablando de ella, pues su sucesor en el trono, obsesionado por destruir su memoria, mandó borrar toda estela donde figurase su nombre.
Una de las obras por las que es recordada es el templo de Deir el-Bahari, una de las joyas de la arquitectura egipicia.
Bueno, pues después de esta introducción, voy a hablar de lo que realmente me interesa. Porque un tema lleva a otro, como en un episodio de los Simpsons, donde una pequeña historia inicial da pie a otra. Decía que leí esta historia hace cosa de un año, en ese momento estaba fascinado con el personaje. Siempre pasa cuando uno lee un libro o ve una película que te gusta de un modo especial. Pues justo en junio de 2007 se anuncia el mayor descubrimiento de la Egiptología desde el hallazgo de la tumba de Tutankamon. Lo adivináis? Pues sí, en junio de 2007, justo despúes de leerme este libro, se presentó al público mundial la momia de Hatshepsut...
Parece una tontería, pero enlaza con lo que decía en el anterior post. La vida te sorprende a veces de un modo que no esperas. Como yo soy el protagonista de la historia de mi vida, siempre podré pensar que es un regalo del Destino. Hasta que no me terminara de leer ese libro y empatizar con el personaje, el misterio de la momia seguría oculto al mundo. Sé que es un disparate, pero fijáos en una cosa: Si yo no hubiera leído esa novela en ese momento, podría haber visto la noticia en veinte periódicos, que mis ojos nunca se hubieran detenido a leerla. Quiero con esto decir que, a pesar de que la identidad de la momia se hubiera revelado, seguiría siendo un misterio para mi. Son situaciones aparentemente inconexas, pero muy significativas: una sincronía.
Todo esto me deja pensando en la percepción del mundo y de la realidad de las cosas que tenemos; como de diferente puede llegar a ser por una elección tan trivial como ver una película, leer un libro, o leer un post, en un blog que se llama Zeus y la tortuga.