Hace unos años asistí a una conferencia de Emilio Lledó. Este anciano profesor es uno de los mejores filósofos de nuestro país y un gran orador. Poder escucharle es un lujo, todo un placer. Aquella noche reflexionaba el sabio sobre la amistad y comenzó citando el libro octavo de la ética de Aristóteles, en concreto el primer párrafo en el que dice que: "...además, es lo más necesario para la vida".
Tal como lo contó, fue impactante. En el mundo en el que vivimos pocas veces tenemos tiempo para detenernos a pensar qué camino seguir, si es el correcto o no. Y mucho menos qué es lo más necesario para la vida (el dinero, está claro). Animado por sus palabras, me hice con el libro. En las primeras páginas, me sorprendió otra sentencia aristotélica: "Y cuando dos hombres son amigos, ninguna necesidad hay de justicia..." Leerla fue como ver amanecer...
Siempre he intentado ver en el Derecho algo más que un medio para cobrar un sueldo a fin de mes. El ideal del Derecho es la realización de la Justicia, que un mundo mejor sea posible. Para ello el jurista debe contribuir no sólo a que existan normas dirigidas a ese objetivo, sino que dichas normas se cumplan. Nada más apasionante que eso, que puede ser más hermoso que dedicarse a poner un granito de arena para cumplir ese propósito tan antiguo y tan complejo.
Pues Aristóteles va y me dice que no: que habiendo amistad, la Justicia no es necesaria. Pues tiene razón, porque los mecanismos para la resolución de los conflictos no tienen sentido cuando no los hay. Y no los hay cuando existe amistad. Realmente, me impresionó esa idea: sólo en un mundo imperfecto como el nuestro alguien puede sentir deseos de realizarse a través del Derecho. No deja de ser paradójico que si existiera una sociedad en la que su principio rector fuera realmente "lo más necesario para la vida" el Derecho no tendría cabida.
Si queréis acabar con los abogados (también con los abogados del Estado... y los abogados urbanistas), con los jueces, con los fiscales, con los diputados y senadores, los inspectores de Hacienda, los policías, las aseguradoras y sus perversos agentes... Sólo tenéis que hacer una cosa, compraros la "Ética Nicomáquea" e intentad profundizar en la naturaleza de la amistad, sus diferentes clases. A ver si entre todos damos respuesta a esa necesidad vital que me he propuesto ahora, acabar con el Derecho!
Otro día hablo de los diferentes tipos de amistad de los que habla Aristóteles!